jueves, 1 de mayo de 2008

El 1 de MAYO


En Chicago, a finales del siglo XIX, fueron condenados a la horca y ejecutados unos cuantos obreros que participaron en unas revueltas para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Aunque UGT y otros sindicatos amarillos oculten la información, todos esos obreros eran anarquistas. Poco después, la Internacional Socialista decidió que la fecha del inicio del conflicto sería, en adelante, la celebración del Día del Trabajo. Esa fecha era el uno de mayo.

Los tiempos han cambiado mucho desde entonces. Los obreros, tras decenios de pistoletazos, bombas e incluso actos pacíficos, han ido alcanzando algunos de los objetivos que perseguían desde el momento en que se dieron cuenta de la fuerza que tenían como colectivo; es decir, desde que tomaron conciencia de clase. Pero eso ya parece cosa del pasado. Tantos logros han conseguido con el paso del tiempo que, a día de hoy, los obreros son más burgueses que los comerciantes de Girona.

Hace tres años yo trabajaba en una imprenta que estaba situada en un polígono industrial. Me levantaba a las seis y media y, helado de frío, tomaba un autobús que me acercaba hasta allí. En todo el polígono era el único español que iba en ese medio de transporte. Los demás compatriotas iban en sus vehículos particulares. Y en cuanto a mis compañeros de trayecto, marroquíes en su mayoría, estaban deseando ganar un poco más para comprarse un coche molón y darse pisto entre los suyos.

O sea que está claro. Los obreros de hoy en día viven muchísimo mejor que sus predecesores. De eso no hay duda. Pero parece que han olvidado que muchos otros obreros murieron para que ellos puedan disponer de lo que actualmente disponen. Si Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso, Juan García Oliver o cualquier otro revolucionario pudieran ver lo que está sucediendo, no tendrían más remedio que reconocer que el capitalismo ha vencido. De momento, claro está.


(La foto de arriba está extraída de dalequedale)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto que has escrito es una gran verdad. Sólo hay que ver a los líderes de los sindicatos, de chaqueta y corbata, indistinguibles de cualquier "patrón". O la barriguita de Serrat, o los trajes de Pepe Blanco, las gafas de De La Vega,...
Hay una peli de Woody Allen en la que va al cine con una amiga, a ver "El ladrón de bicicletas". Al salir ella está encantada con la película, con su compromiso social y todo eso. Él sin embargo piensa que el cine ya no debe ser así, que hoy en día las preguntas importantes son otras: "¿Me he enamorado de la persona adecuada? ¿He elegido bien mi profesion?"...
Son preguntas de estómagos llenos. Realmente, hoy que dominamos las fuentes de energía, no hay razón para ser pobres. Salvo la ambición desmedida, la acaparación de bienes...
El mundo es más fácil, y se ha vuelto más feo.

Anónimo dijo...

Qué razón tienes, Moncho!