viernes, 7 de diciembre de 2007

¿CRISTO FUE EL PRIMER REVOLUCIONARIO?


Sí, sí, ya lo sé. La foto es de Chávez y un general de paracaidistas como él no debería tener relación con la figura de Jesucristo. Pero en la foto también hay un cartel cuyo mensaje me ha proporcionado el título del texto de hoy: ¿Fue Cristo el primer revolucionario? Evidentemente no. Pero hay que echar un vistazo a las razones.

Según cómo se mire, el mensaje de Cristo pudo ser efectivamente revolucionario, pero el hombre llamado Cristo nunca fue tal cosa o, al menos, no fue un revolucionario político. Precisamente por eso lo mataron. En la fotografía de arriba, la figura de Cristo está inmersa en un entorno político que, sin lugar a dudas, el llamado hijo de Dios habría rechazado. Es un truco para conseguir seguidores o una confusión de conceptos, no lo sé, pero la inclusión de la imagen de Jesucristo en un referéndum es un disparate. Ignoro si alguien podría ser bautizado como el primer revolucionario. Podría ser Caín, dirán algunos, pero Caín sólo fue un rebelde y, además, es fruto de la imaginación de los autores de la Biblia. Desde mi punto de vista, ese primer revolucionario pudo ser Espartaco, el esclavo que se rebeló y, mediante una revuelta espectacular, consiguió que el poder de Roma se tambalease. Jesucristo, aunque fue ejecutado por la ley romana, nunca puso en duda ni combatió al poder de Roma. Habló de ayudar a los pobres, pero tampoco le interesó especialmente la lucha de clases y jamás exigió ningún derecho de los hombres sobre la Tierra. Mi reino no es de este mundo, dijo bien claro en una ocasión.

Se llamaba Jesús, y le llamaron el Cristo; o sea, el ungido, el heredero del Rey David, el líder que combatiría y echaría del Medio Oriente a los romanos. Por alguna razón, se le eligió entre la tropa de santones que pululaban en los alrededores de Jerusalén y se forzó su genealogía para hacer que descendiera de David. Se le hizo descender por línea paterna al contrario de lo que se llevaba en la época, un eslabón más en la cadena de situaciones preparadas para dotarle de divinidad. Pero eso ahora no viene a cuento, como tampoco la virginidad de María ni otros detalles de naturaleza indudablemente judía. Jesús, el Cristo, era la esperanza del pueblo ante los romanos. Por eso entre sus más allegados hubo en seguida zelotes como Simón, por ejemplo, que era como se llamaba entonces a los guerrilleros que se enfrentaban a los legionarios romanos. Barrabás fue otro de ellos, a quien Pilatos puso en libertad poco antes de ordenar la ejecución de Jesucristo, presionado por las turbas manipuladas por la autoridad religiosa; o sea, el Sanedrín. Los zelotes peleaban contra el poder imperial mediante emboscadas y ataques fugaces e inesperados. ¿Alguien imagina cómo los llamaría George Bush en el caso de que existieran hoy en día?

Así pues, tenemos en Jesús al individuo elegido para dirigir al pueblo judeo-palestino en su lucha por la liberación de los romanos. Era habitual que los apóstoles, sus discípulos más cercanos, fuesen armados. Siempre se ha dicho que Pedro sacó la espada cuando fueron a prender a su maestro y con ella cortó la oreja de uno de los esbirros. A nadie le ha sorprendido nunca eso. Pero Jesús nunca tuvo intención de convertirse en un líder militar y, con el correr del tiempo, fue dejando clara su postura. Esa supuesta traición a las esperanzas del pueblo, y no cualquier otra razón jamás expuesta, fue la causa de que Judas le denunciase. No le tentaron las treinta monedas. Se suicidó justo después de que detuviesen al maestro.

El Sanedrín, la autoridad religiosa de la época, estaba detrás de la detención. Los componentes de ese oscuro grupo de sacerdotes también habían esperado el regreso del Rey David o de sus herederos y, viendo que el asunto se torcía, decidieron acabar con la comedia de un plumazo. No es extraño que así fuera. En Oriente Medio siempre se han confundido el poder religioso y el político. Esa es la esencia de los países musulmanes donde no existen códigos legales y la justicia se basa en las citas del Corán y de los países occidentales hasta la Revolución francesa, curiosamente criticada por el actual Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. De modo que los sacerdotes-políticos decidieron la muerte de Jesucristo. Y para no mancharse las manos le acusaron de haber atentado contra Roma; es decir, de ser un zelote. Así serían los romanos quienes ejecutarían al reo.

Porque zelotes fueron también los supuestos ladrones que murieron crucificados junto a Jesucristo. La crucifixión era un castigo reservado a los enemigos de Roma. Nunca se crucificó a nadie por robar. Y menos aún por decir que había que amar al prójimo como a uno mismo. No cuadra. O sea que sí: se le ejecutó bajo la acusación de ser un revolucionario. Pero nunca quiso serlo.


(La foto de arriba está extraída de El País)

2 comentarios:

Jesús Ruiz Pérez dijo...

Primero la discrepancia. No podemos decir que Cristo fuera un revolucionario en el terreno político, pero sí en el religioso; lo más importante, para aquellos que no creemos en la existencia de Dios: lo fue en el terreno moral.
¿Cómo sería un mundo sin codicia, donde amásemos al prójimo y sintiéramos el sufrimiento de los demás tan intenso como si fuera nuestro? Por eso el espíritu evangélico siempre ha estado ahí, disponible, para los rebeldes "primitivos", y sigue estándolo para los contemporáneos.
Por lo demás, coincido con tu relato, hasta donde conozco por lo que he leído (Marvin Harris, "Vacas, cerdos, guerras y brujas", 1975, artículo "Mesías"), sobre la decepción que provocó Cristo entre parte de sus seguidores judíos, que esperaban un Mesías de carácter militar. Una razón más para simpatizar con la figura del histórico Jesús de Nazareth: no usó la violencia, fue una víctima de los poderosos, un perseguido, como tantos otros después.
Para acabar, respecto a la cronología, puede ser un buen pasatiempo intentar establecer quién fue el primer revolucionario. Al menos, el primero del que queda testimonio, conocido. Estoy seguro de que ha habido muchos de los que no queda el recuerdo, más que en forma de arquetipos: como Prometeo (ya sé: demasiado reciente...).

Miriam dijo...

Yo creo que si lo fue en primer luego tenemos que entender que un revolucionario transforma su realidad y eso hizo Jesús o vamos a seguir creyendo que lo mataron para salvar nuestros pecados en las comunidades se practicaba el comunismo , lease hechos 2,44-45 y 4,32-35, hasta el mismo se gano problemas por llamas a los fariseos de su epoca raza de biboras y me van a decir que no lo fue acaso no se juntaba con celotes acaso no fue sentenciado a la cruz y diganme ese no era el máximo castigo dado por el imperio romano a los subversivos entonces porque pretendemos tapar el sol con un dedo