EL DISCURSO DE CIU: LLUEVE SOBRE MOJADO
Al estilo de los dirigentes del Partido Popular —con quienes, por cierto, no sólo tienen en común la ideología nacional-católica—, los nacionalistas catalanes fletaron 150 autobuses para inflar la manifestación convocada con motivo del caos de RENFE en Barcelona. Como era de esperar, la protesta derivó en un grito por la independencia de Cataluña. Y como también era de esperar, a los nacionalistas no se les cayó la cara de vergüenza.
Menciono el detalle porque, como ya dije en otra ocasión, CIU ha sido el aliado del gobierno de España durante unos treinta años o, dicho de otra manera, durante casi toda la existencia de la democracia española. Con la excusa de buscar lo mejor para Cataluña, los nacionalistas no dudaron en dar su apoyo al partido que estuviese en el poder —fuese el PSOE o el PP— mientras, por otro lado, le culpaban de cuanto hubiesen pactado con él. Al final han pagado esa bajeza con dos derrotas consecutivas en las elecciones autonómicas, pero al parecer no han aprendido nada. Si Cataluña está como está es a causa de la gestión de los políticos de CIU, bien porque durante treinta años no supieron llevar el agua a su molino, bien porque se desvió el dinero hacia otra parte. Quizás las cosas serían de otra manera si hubiesen gastado menos en propaganda, en autobombo, en la obsesión del idioma y en dotar a cada rincón de Cataluña con un nuevo simbolito para la adoración de los crédulos —perdón, creyentes— en su política.
De modo que convocar una marcha para protestar por los frutos de la propia gestión es un derroche de cara dura. Pero ese ha sido siempre el modo de hacer de CIU y de cualquier otro grupo nacionalista. Está en su naturaleza inventar un enemigo exterior para echarle la culpa de las carencias, la ineptitud y los errores propios.
1 comentario:
Absolutamente de acuerdo, César. Lo has bordado.
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