martes, 31 de mayo de 2011

El nuevo Diccionario Biográfico Español


De vergüenza. El Nuevo Diccionario Biográfico Español, que ha costado casi seis millones de euros al Estado, contiene algunas entradas más propias del franquismo más rancio que del segundo decenio del siglo XXI. Debería dimitir inmediatamente el director de la Real Academia de la Historia y todo su equipo, amén de almacenar todos los ejemplares de la magna obra en los sótanos de algún edificio en ruinas o reciclarlos para editar algo decente. Voy a citar algunas perlas.

Arzalluz no me cae muy bien. Las cosas, como son. Pero decir de él, en un Diccionario subvencionado por el Estado, que comparte objetivos con ETA me parece excesivo, denunciable y fuera de lugar. Decir que “el 24 de febrero de 1943, mientras celebraba la santa misa, el Señor le hizo ver al padre Escrivá de Balaguer la solución jurídica que iba a permitir la ordenación de sacerdotes a título del Opus Dei” es un insulto a la inteligencia. Y menospreciar el golpe de Estado de Tejero calificándolo de simple “suceso” es ya una declaración de tendencias fascistas.

Pero lo mejor de todo viene con Franco y Aznar. Sobre Franco, dice el Diccionario: “Generalísimo y jefe del Estado español”. ¿Generalísimo? ¿Qué cargo es ese? El de generalísimo fue un cargo que él mismo, o alguno de sus cómplices más cercanos, se inventó para demostrar que estaba por encima de los demás generales. Pero tal cargo no existe, que yo sepa, ni ha existido en ningún otro momento de la historia. ¡Vaya objetividad! Por suerte, a Franco no le dio por adjudicarse la categoría de santo. De haber sido así, el Diccionario diría: “Generalísimo, santo y jefe del Estado español”. Tampoco se dice en ninguna parte que fue un dictador. Claro que no.

Y lo de Aznar ya es de escándalo. El Diccionario dice que perdió las elecciones de 2004 a causa de “el aprovechamiento, desde la oposición socialista, del hundimiento del petrolero Prestige”. Toma ya. Todos sabemos que, si el PP perdió aquellas elecciones, fue a causa de haber protagonizado el episodio más repugnante de la historia de nuestra democracia: mentir a los españoles asegurando que el atentado del 11-M era obra de ETA, en lugar de admitir que era cosa de Al Qaeda, y solo de Al Qaeda, en venganza por la participación española en la guerra de Irak. Incluso el “suceso” o golpe de Estado de Tejero es más noble que el comportamiento de Aznar y los suyos en 2004. Tejero, equivocadamente, creía que lo que estaba haciendo era por el bien de España. Aznar y los suyos, al culpar a ETA del atentado, no lo hacían por el bien de España. Por supuesto que no.

(La foto está extraída de tiempodehistoria.com)

viernes, 27 de mayo de 2011

15-M: Empiezan los palos


Como era de esperar, pintan bastos en las plazas donde se instalaron los indignados. Con la excusa de limpiar la plaza de Catalunya, la policía ha cargado con dureza y ha causado casi un centenar de heridos. Luego, tras la limpieza, las fuerzas del orden han vuelto a sus cuarteles y los indignados han vuelto a la plaza. ¿Seguro? ¿Han vuelto todos los que estaban? Supongo que algunos de los que hayan recibido más se habrán quedado en su casa.

Hace un par de días leí un artículo de Brian Urquhart, en la revista Claves de Razón Práctica, titulado ¿Revolución sin violencia? En él se habla de las muchas ocasiones en que la ciudadanía, harta de gobiernos corruptos o por otras muchas causas del mismo aire, ha tratado de cambiar las cosas sin emplear la violencia. Un texto muy interesante, que habla de la Revolución de los Claveles en Portugal, la resistencia pasiva de Gandhi, Martin Luther King, Lech Walesa y tantos otros. En ocasiones se han conseguido los objetivos y en ocasiones no. No se consiguieron, por ejemplo, cuando el episodio de la plaza de Tian’anmen o cuando los monjes de Birmania se rebelaron contra el régimen de los generales. Curiosamente, en esos casos hubo tantos o más muertos que en una revolución violenta.

Ahora les toca el turno a los pacíficos revoltosos del 15-M. Los políticos, siempre en su mundo particular, han comprendido el movimiento únicamente en clave electoral. O sea, no han entendido nada. Como siempre. Y ahora que han pasado las elecciones y que ha quedado claro que la mayor parte de esos revoltosos son abstencionistas o cosa parecida, que no son votantes potenciales, que no van a dejarse engañar, empiezan los palos. Por motivos justificados, claro está: había que limpiar la plaza… después de que todos hayamos visto en un montón de programas de televisión que la limpieza era la primera tarea a la que los indignados se entregaban diariamente.

En fin… Las escenas de la policía aporreando a gente sentada en el suelo, que, además, no trata de devolver el golpe, le hacen a uno retroceder en el tiempo. Nos gobiernan los mismos de siempre.

(La foto está extraída de origin.abc.es)

jueves, 26 de mayo de 2011

La renuncia de Carme Chacón


Hace unos días me decía una amiga que este país no está preparado para tener una presidenta. Yo le dije que no veía por qué y que, precisamente, Carme Chacón me parecía una buena candidata. Bueno, pues mi amiga tenía razón. La renuncia de Chacón a disputar el primer puesto del PSOE huele que apesta a órdenes de arriba. Así solo queda un candidato y es como si fuese nombrado a dedo. ¿Qué más va a hacer Zapatero para decepcionar a su electorado? La verdad es que no se me ocurre.

(La foto está extraída de terra.es)

martes, 24 de mayo de 2011

El descalabro del PSOE


No puedo creer que todos esos alcaldes socialistas hayan saltado de sus poltronas por haberlo hecho mal. Y no lo digo porque sean del PSOE. De haber sido del PP o de cualquier otro partido diría lo mismo. Son demasiados. Creo, por el contrario, que los ciudadanos no han valorado su gestión como alcaldes, sino que no les han votado para castigar al partido que representan; es decir, al gobierno central. O a Zapatero, que lo mismo me da. ¡Qué grande es la democracia, que permite que millones de ciudadanos confundan las reglas del juego y voten en unas municipales como si fueran las elecciones generales!

(La foto está extraída de larazon.es)

lunes, 9 de mayo de 2011

La operación contra Bin Laden

A finales de noviembre de 1896 –es decir, hace más de ciento diez años-, con motivo de las detenciones por el famoso proceso de Montjuic y a raíz de unas cartas de algunos de los detenidos, el editorialista de El Nuevo Régimen decía que “no nos podíamos creer que a finales del siglo XIX se emplease aún el tormento como medio de investigación”. Vuelvo a decir que eso sucedió en el siglo diecinueve.

La verdad es que me ha costado asimilarlo. He tenido que esperar unos días para comprender lo que ha pasado. O para intentar comprenderlo. Porque parece que han cambiado mucho las cosas desde ese año de 1896. Hoy en día, los que se llenan la boca de grandes conceptos como el de Estado de Derecho, por ejemplo, tras obtener un chivatazo por medio de torturas en una cárcel al filo de la ilegalidad, envían a unos comandos especiales a un país extranjero para que asesinen a cierto individuo y después hagan que el cuerpo desaparezca. Ningún gobierno ha puesto el grito en el cielo. Y menos los occidentales, supuestamente defensores de los derechos humanos. Sí, sí, ya sé quién era Bin Laden. Lo sabe todo el mundo. Y quizás fuera ése el final que merecía o incluso el que andaba buscando, no sé. Ahora bien; el terrorista era él, no nosotros. Debería haber sido capturado y juzgado. Porque después de que, al parecer y al menos en este caso, hayamos aceptado tranquilamente la tortura, el asesinato y la desaparición del cuerpo del delito en pleno siglo XXI, la pregunta no tiene que ver con Bin Laden. La pregunta es: ¿en qué nos estamos convirtiendo?