domingo, 7 de octubre de 2007

LA DESAPARICIÓN DE LOS CÉNTIMOS


De nuevo aparece la cuestión del redondeo en los precios. En el año 2002, cuando cambiaron las pesetas por los euros, ya sufrimos un aumento brutal en todo lo que no fueran los sueldos. Un café, que hasta entonces valía ciento treinta y cinco pesetas —o sea, ochenta y un céntimos de euro—, pasó a cobrarse a un euro —es decir, ciento sesenta y seis pesetas y pico. Eso destrozó bastantes economías familiares. Y hoy en día, cuando aún no han podido recuperarse esas economías ni las familias afectadas, planea la amenaza de que desaparezcan las monedas de uno y dos céntimos y que vuelva a aparecer el temible redondeo.

Recuerdo que por aquellas fechas del año 2002 yo mantenía una intensa relación epistolar con mi hermano Carlos, que vivía en Estados Unidos con su familia. El tema general de las cartas versaba sobre la guerra de Afganistán, cuya evolución apenas podían seguir desde allí a causa de la censura norteamericana. Pero de vez en cuando hablábamos de otras cosas, y la entrada en vigor del euro fue algo tan importante que no pudimos pasarla por alto. Reproduzco parte de una de las cartas que envié. Después de una introducción de carácter familiar, decía:

Al principio parece difícil manejar la moneda nueva, pero luego te das cuenta de que no lo es tanto. De hecho, es muy fácil. Basta con realizar un simple cálculo mental: multiplicar el precio del producto por 166’386. Voy a poner un ejemplo bastante común. Si te piden tres mil doscientos setenta y cinco euros por un rosario bendecido por el Papa, es que te están intentando estafar. Aparte de que nunca sabrás si realmente está bendecido por el Papa, las cuentas no salen. Tres mil doscientos setenta y cinco euros son quinientas cuarenta y cuatro mil novecientas catorce pesetas con quince céntimos. ¿Y quién sabe cómo ha hecho el redondeo ese tío, que, además, tal vez esté intentando endosarte un rosario bendecido por su abuela? Seguro que el muy cabrón redondea al alza y estás pagando quinientas cuarenta y cuatro mil novecientas quince pesetas por un rosario que, como mucho y en el caso de haber sido bendecido por el Papa, cuesta sólo quinientas cuarenta y cuatro mil novecientas catorce pesetas con quince céntimos.

Dentro de poco, cuando vuelva el redondeo a causa de la desaparición de las monedas pequeñas, sucederá otro tanto. Por suerte, los que en su día compraron un rosario bendecido por el Papa ya no necesitan otro. Es un artículo de uso escaso y, además, con uno basta y sobra.

2 comentarios:

José Luis Galiano dijo...

!Qué lástima! Con esto del redondeo no voy a poder comprarme el rosario bendecido por el Papa (además, ahora lo hace en latín que tiene más valor). !Con la ilusión que me hacía!

Anónimo dijo...

Pues una lástima desde luego, por cierto para que sirve un rosario, y ya verás cuando los periódicos pasen del euro , primero costarán 1 euro y 10 centimos , pero en poco tiempo buf! , 1 euro y cincuenta centimos y me temo lo peor cuando se den cuenta que la gente siga comprándolos ...