sábado, 12 de abril de 2008

Un TÍBET idílico


Ya que los principios budistas prohíben matar seres vivos, los delincuentes eran frecuentemente torturados casi hasta la muerte y luego dejados a su suerte, dice Colin Goldner, de la Universidad de Míchigan, en su artículo El Mito del Tíbet.

La imagen de ese Tíbet donde, según el Dalai Lama, la gente vivía en paz y armonía bajo el gobierno de unos lamas justos y bondadosos es absolutamente falsa. Y la afirmación de que esa paz fue destruida de golpe por la ocupación china de 1950 apesta a los postulados básicos de los nacionalismos occidentales: Vivíamos aquí de puta madre hasta que llegaron los vecinos y nos jodieron el invento. Eso no ha sucedido nunca así, por las buenas. Es insostenible que dos países vecinos no hayan tenido jamás relaciones ni roces hasta que, de pronto, uno de ellos decida imponerse al otro por la fuerza de las armas. Plantear tal cosa es insultar a la inteligencia. Por eso, ante la avalancha de solidaridades vacías hacia el pueblo del Tíbet que hay últimamente por el mundo, he decidido documentarme sobre la cuestión. Y el resultado no me ha llevado muy lejos de lo que el sentido común me hacía sospechar.

El Tíbet fue asignado al protectorado militar de la dinastía Manchú en 1720 y a partir de 1793 fue transformado totalmente en un estado de China. Aun así, los lamas conservaron su poder a modo de gobierno interno. Y ahí empezaría la historia de ese Tíbet armonioso del que habla el Dalai Lama, ¿no? Dice Colin Goldner que, hasta muy entrado el siglo XX es decir, hasta la ocupación militar china de 1950, los lamas impartían justicia mediante linchamientos públicos, amputación de extremidades o desprendimiento de la piel de los convictos vivos. Los lamas, protegidos por los muros de sus monasterios, ni siquiera tenían noticia de la pobreza y la hambruna que dominaba la vida cotidiana en el Tíbet. Incluso en el día de hoy, y a juzgar por sus declaraciones, el propio Dalai Lama ignora o quiere ignorar la miseria en que ha vivido su pueblo bajo el gobierno de sus antecesores. Algo así como lo que le sucede al Papa, vamos, que ni sabe ni quiere saber de las condiciones miserables de vida de medio mundo mientras a él y a sus cardenales no les falte ningún capricho. Porque si el actual Dalai Lama no hubiese tenido que exiliarse a la edad de dos años, estaría disfrutando ahora de las mil habitaciones que tiene el palacio de Potala y disfrutaría también del servicio de los miles de esclavos que vivían bajo la tiranía de los Dalais anteriores.

No es justificable la intervención armada de China en 1950, desde luego. No voy a defender al gobierno chino. Pero que el Dalai Lama y sus seguidores no intenten darme gato por liebre. El regreso al Tíbet del Dalai Lama y su gobierno de monjes sería un retroceso al feudalismo, a la política sometida a la religión, una atrocidad tan o más terrible que lo que pueda haber actualmente. ¿Alguien imagina un país gobernado totalmente por el Santo Padre de la Iglesia católica? A Torquemada le encantaría.


(La foto de arriba lo dice todo. Está extraída de quangduc)


2 comentarios:

MIGUEL ANGEL DÍAZ DE QUIJANO SANCHEZ dijo...

Caray Cesar cada día me sorprendes más.En todo caso intentaré documentarme antes de decir nada al respecto.
mike

Anónimo dijo...

Parece ser que China reclamó la soberanía del Tibet en 1904 coincidiendo con la ocupación por parte de los británicos del Tibet.

Y creo que reclamaba la soberanía que le había sido arrebatada en el año 763!

Aquí no se salva nadie; los chinos porque no se resignan a perder algo que hace más de mil años que les había sido arrebatado, los tibetanos porque ellos parecen ser los que empezaron y porque me parecen acusicas y los británicos porque todo lo que han tocado, lo han convertido en mierda con su otrora imperialismo ejercido en los países asiáticos y orientales.