viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz año nuevo


Y así, como quien no quiere la cosa, hemos llegado al año 2011. Media vida esperando al año 2000 y resulta que ya lo pasamos hace un decenio. Recuerdo también que me preguntaba: ¿Y cómo será después, cuando el año 2000 sea el pasado? Bueno, pues ya lo sabemos.

Hablo así porque he tenido la suerte de vivir en Europa. ¿Suerte? Bueno… Supongo que, de haber crecido en Afganistán, en Palestina o en Irak, hablaría de un modo muy diferente, quizás diciendo que vaya decenio más largo, que a ver si se largan los soldados extranjeros y que ya va siendo hora de vivir tranquilos. ¿Cómo se recordará este primer decenio del siglo? ¿Como el de la crisis? ¿Como el inicio de la guerra de nunca acabar? ¿Como el decenio globalizador? Ahora está todo más cerca. Escribo algo y quien sea, al otro lado del globo terrestre, lo lee. O no puede hacerlo, vaya: todo depende de la censura que, mire usté por dónde, no solo sigue coleando, sino que impera en según qué lugares. No hemos cambiado tanto. El mundo es mucho más inseguro, eso sí. Con tanta paranoia con la seguridad hemos llegado al punto contrario: ya no hay quien se fíe. ¿Recordaremos estos diez años como uno de los momentos más decadentes de la cultura? Quizás no tanto, pero algo de eso puede haber. Los jóvenes no tienen dónde agarrarse y, si lo tuvieran, tampoco harían el menor caso. Apenas quedan artistas. Los hemos cambiado por unos seres vacíos, meros productos comerciales en un mundo sin ideas. No hay músicos, no hay pintores, casi no hay escritores. Parece que no hayamos aprendido nada, que no existió la Ilustración, ni las revoluciones, ni nadie escribió nada más que sermones y vidas de santos. Las sectas, las religiones, tienen menos seguidores, pero los que hay están fanatizados. Y no solo es el fanatismo religioso. Han vuelto otros fantasmas: el abismo cada vez mayor entre pobres y ricos, el éxito como fin en sí mismo, la victoria de la indiferencia y la apatía sobre la iniciativa, el miedo al vecino, el terror al diferente, la guerra, los tabúes. Los sueños de un mundo mejor se han hecho pedazos ante el avance imparable del capitalismo salvaje. Ya no hay matices. La derecha es la derecha, la izquierda se parece demasiado a la derecha y los de mi cuerda, que están por la libertad del individuo, a veces me reprochan que no piense exactamente igual que ellos. Las prohibiciones ganan terreno a las libertades a pasos de gigante. Las cámaras, en las calles, vigilan hasta nuestros gestos. Y lo que es peor: la gente está de acuerdo, lo asume y sigue adelante.

Feliz año nuevo, de todas formas. Esperemos que las cosas den la vuelta y que, dentro de diez años, podamos decir que todo lo dicho se quedó en el pasado.

4 comentarios:

moncho dijo...

Me ha encantado César, te enlazo en mi blog. Un abrazo de tu primo el raro.

Jorge Rábanos Martínez dijo...

Dan ganas de meterse en la cama después de leer tu post...
En fin, pese a todo, feliz año nuevo 2011.

FJavier dijo...

Cuando el pesimismo o el optimismo me atenazan, echo mano del auto-escepticismo, un tipo de cinismo que me protege de los excesivos “ismos”. Quiero decir con esta simpleza –por la que me disculpo-, amigo César, que, no faltándole razón en su visión de la realidad, algo tendremos que hacer, digo, nosotros que comemos cada día, para que prevalezca cierta esperanza.

Algunos proclaman la necesidad de una “inteligencia creativa”, aludiendo a que no es suficiente una cualidad mental capaz de relacionar habilidades intelectivas si, a su vez, no se acompaña de la correspondiente capacidad para inferir soluciones o, en su defecto, permitir acercarse a ellas.

Con ser tan penoso, como muy bien manifiesta, no creo que el mundo sea ahora peor que en cualquier otro tiempo pasado, lo que creo es que ahora es mucho más intolerable. Porque ahora disponemos de las herramientas. Podríamos decir pues que, disponiendo de los productos adecuados, nos falta acometer su correcta comercialización.

Es posible que la gravedad de la situación sea equiparable a su aspecto, o no. En ambos sentidos. Lo que me parece innegable es la necesidad de dar un paso más al de su simple constatación.

Le animo a ello en este nuevo y apasionante año que comienza.

Un brindis y un abrazo.

Manel Vilas dijo...

Feliz año César !... por decir algo ya que tal cómo pinta todo esto, me parece que nos quedan cuatro dias mal contados. Sigue así con tu blog que, aunque comentar no sea mi fuerte, si que te leo a menudo.

Un abrazo !