viernes, 7 de enero de 2011

El peligro de la ley contra los fumadores


El tabaco en sí no es malo. El abuso del tabaco sí lo es. Eso lo sabemos todos. No obstante, me parece conveniente una pequeña reflexión, poca cosa, una pincelada sin pretensiones.

Hace varios años que no fumo. Pero fumé, ya lo creo. Y como me tengo por un tío coherente, no voy a arremeter contra un hábito que conservé durante buena parte de mi vida. Sería estúpido. O sea que no voy a decir nada contra el tabaco. Y menos aún, contra los fumadores. Porque la reciente ley no va en contra del tabaco, que sigue vendiéndose tan ricamente y produciendo un beneficio del 70% de su precio en concepto de impuestos. La ley va en contra de los fumadores, que han sido marginados de todos los lugares cerrados y, de paso, también de algunos lugares al aire libre, como son los parques infantiles y algo tan ambiguo como los alrededores de los hospitales. ¿Hasta dónde llegan esos alrededores? ¿Hasta los cincuenta metros? ¿Y quién se va a poner a contarlos? Por otra parte, si mi cirujano es fumador habitual, yo preferiría que se fumase un par de cigarrillos antes de apuntarme con el bisturí. ¿Dónde ha de hacerlo? ¿Debe irse a tres manzanas del hospital? Es chocante que más de un sujeto y más de dos hayan dicho que ya era hora de prohibir el humo del tabaco en los bares. “Es que, si hay gente fumando, no puedo llevar a los niños”, dicen, dándoselas de padres admirables. Ignoro si esos individuos se han parado a pensar que siempre se ha fumado en los bares y que, por supuesto, nadie está obligado a entrar en ellos. Desde que dejé de fumar he evitado los locales con mucho humo y no me he sentido ofendido en absoluto. He ido a otros locales y punto. No sé, pero quejarse del humo en los bares me parece tan absurdo como quejarse de que haya espectáculos sexuales en los clubs nocturnos de carretera.

Sin embargo, al margen de que estemos o no de acuerdo con la famosa ley, hay algo en ella que, no solo es nauseabundo, sino que además es muy peligroso. Me refiero a la campaña feroz del gobierno a favor de que se denuncie al vecino si éste está fumando en los nuevos lugares prohibidos. De un tiempo a esta parte proliferan las denuncias basadas en el espionaje vecinal, la criminalización de determinadas conductas y la pretensión gubernamental de que todo el mundo esté de acuerdo en ello. Creo que eso, más que la prohibición en sí, va a ser la causa de muchos problemas. Cada vez nos parecemos más a esas sociedades asépticas y antiutópicas de los libros clásicos de ciencia ficción. Cada vez estamos más cerca de ser vigilados incluso dentro de nuestra propia casa. ¿Cómo? Ah, sí. En cierta forma, el ordenador ya se encarga de ese asunto.

(El chiste es de Quino)

3 comentarios:

Benjamin dijo...

El tabaco SI es malo. Con abuso o sin el. Tambien he sido fumador, estoy recien jubilado y desde hace más de 30 años, soy "combativo" con el humo de los cigarrillos.
La anterior Ley fué un vano intento de conciliar a unos y otros. Vano intento. Es uno de los hábitos que los que no lo practican, lo comparten. Aun siendo fumador, nunca se me ocurrió encender un cigarrillo durante la comida. Mirando hacia atrás "sin ira", resulta increible que se permitiera el fumar en autobuses y aviones. Se suprimió la publicidad del tabaco en los actos deportivos. Principalmente en la Fórmula 1. El intento de conciliar a ambos bandos, es imposible. No estoy en contra de la venta de tabaco, como tampoco lo estoy contra el alcohol. Cada una puede hacer de su "capa un sayo", pero sin perjudicar a los demás. Me produce un enorme "congojo" ver a un matrimonio en su coche fumando ambos, cuando en la parte trasera, tienen dos o tres niños. Lo único que deseo es que dicha Ley se cumpla a rajatabla. En los pocos días que está en funcionamiento, personalmente he podido comprobar que a los lugares de comidas no les ha perjudicado nada, todo lo contrario. Lo que ha cambiado es que los no fumadores ahora están dentro y los fumadores fuera.
Saludos.

FJavier dijo...

Mi pequeña aportación, amigo César:

El tabaco es malo siempre y no de manera proporcional a su consumo.
Incentivar la delación, una torpeza propia de esta miope e ignorante clase política.
Prohibir no es una solución, educar sí. Pero sobre educación tenemos la peor crisis.
Seguimos fomentando el enfrentamiento, sin desaprovechar ocasión.
Lo mismo pasa con otros temas, como el de la violencia de género.
Supongo que ya tienen en mente poner algún tipo de pulsera a los objetores.

En fin, otro dislate.

mar dijo...

(Bueno, yo iba a meterme con el humo de los bares y con los espectáculos sexuales en los clubs nocturnos de carretera, pero después de la entrada, no sé si me atrevo)
(bueno, si)

Es absurda una sociedad que necesite el tabaco para vivir. Es más absurda todavía una sociedad que fabrique el tabaco y que venda tabaco.
Si naciéramos en un lugar en el que no hubiese tabaco y nunca hubiésemos visto fumar a nadie, no nos moriríamos por no fumar. Nuestros pulmones ejercerían mejor su función y seríamos infinitamente más libres todos (los que fuman y los que no fuman).

Pero los humanos parecemos idiotas; buscamos constantemente "cosas" externas que nos distraigan para aferrarnos a ellas como un bebé al biberón, aunque nos vayan mal y sean absurdas y totalmente imprescindibles para la vida diaria.

(con los clubs nocturnos de carretera que ofrecen espectáculos sexuales ya me meteré otro día, mejor)