jueves, 11 de noviembre de 2010

¿A quién votamos realmente?


En su libro de memorias, el ex presidente de los Estados Unidos, George Bush, dice claramente que, en principio, él no estuvo de acuerdo con la intervención militar en Irak. Si hemos de creer sus palabras, la suya fue la voz discordante cuando se planteó la invasión.

Bueno, es muy difícil creerle. A lo largo de su mandato soltó tantas mentiras que, a día de hoy, sólo pueden creerle los fanáticos del partido republicano y sus familiares. No obstante, una de las mayores virtudes del mencionado ex presidente no es, precisamente, la prudencia. Y en esta ocasión tal vez se haya pasado de largo hablando y haya dicho la verdad. ¿Por qué no? Vamos a jugar a que así es.

Es sabido que, si no todos, casi todos los presidentes de Estados Unidos son o han sido masones. También lo fueron los padres de la patria, los redactores de la famosa Constitución norteamericana, como nunca se ha intentado ocultar. Incluso los billetes de dos dólares exhiben iconografía masónica. De algún modo, entonces, los masones han intervenido en infinidad de actividades y decisiones del gobierno de los Estados Unidos. Eso no quiere decir que sean ellos los que manden. Sólo significa que están ahí, que tienen bastante poder y que, sin duda, de vez en cuando lo utilizan.

Cuando el ex presidente George Bush dice que él no quiso iniciar la guerra de Irak, está sugiriendo, de una u otra manera, que tuvo que plegarse ante las decisiones de otros. ¿Quiénes? Ahí está el tomate. No creo que los sujetos que le empujaron a iniciar la guerra fuesen inocentes miembros del gobierno. Tampoco creo que quienes le ayudaron a acceder al poder de la forma tan irregular en que lo hizo fuesen monjitas de la caridad o simples políticos. George Bush, en sus memorias, nos está diciendo que algo se mueve en la sombra y que, a menudo, es más poderoso que el presidente.

Por supuesto, no estoy acusando a nadie. Ni siquiera a los masones, cuya mención obedece exclusivamente al intento de demostrar que las sociedades secretas –sean cuales sean- no son ajenas a los círculos de poder. Están ahí. Y ellas, o algún engendro similar, pudieron obligar a un presidente de los Estados Unidos a ir a la guerra. Lo dice Bush entre líneas. Y puede ser verdad.

Ahora bien. Si todo un presidente de los Estados Unidos puede tener que obedecer las órdenes o las imposiciones de alguien o algo que se nos oculta, la pregunta que me hago es: Cuando votamos, ¿a quién estamos votando realmente?


(La imagen está extraída de jorgefabianvillalba. Como puede observarse, todos los personajes de la pintura, incluido George Washington, llevan los mandiles que utilizan los masones)

4 comentarios:

FJavier dijo...

Pregunta oportuna e imprescindible que dice mucho de su autor. Y de difícil respuesta. Aunque creo que su objetivo último pudiera no ser otro que invitar a tomar conciencia, que ya es bastante.

Pero por otro lado intuyo, sin embargo, que con una aguda mirada sobre el mapa mundial de la historia, los intereses, los mercados y el poder uno podría quedar en disposición de encontrar certeras sospechas. Los presidentes, evidentemente, solo son sus iconos mediáticos para mantener esta liturgia social de hipnosis política.

Que ¿a quien votamos realmente?, y porqué no ¿porqué seguimos votando?

José Luis Galiano dijo...

Así es Javier, viendo cómo se ha desarrollado la crisis que nos acucia hoy en día, ya no queda espacio para la duda. El mundo está dominado por el dólar, la pasta, el parné... Lo que eufemísticamente están llamando ultimamente "los mercados". Los políticos tienen poco que decir ante el poder del dinero.

moncho dijo...

Y aún se puede decir más: los políticos son instrumentos en manos de los que realmente mandan. Los partidos políticos, para tener oportunidades de ganar unas elecciones, antes han de venderse. Los que realmente tienen el poder son los que manejan los medios de comunicación, especialmente las televisiones. Vivimos en unas democracias teledirigidas.

Siento decirlo, pero cada día estoy más convencido. Cuando escuché en la radio la noticia a la que hace referencia César me quedé de piedra. Yo también me la creí. Ya sabíamos que Bush era un imbécil, pero nunca creí que fuese tan imbécil como para reconocerlo en unas memorias públicas.

BENJAMIN dijo...

Carlos Boyero, crítico cinematográfico de "El País", tituló su columna del pasado 4 de Diciembre, "Votar y volar". Contaba dos historias: De un guionista que antes de morir, llamó a un notario para que diera fé de que su voto en las elecciones que se celebraban ese mismo día, fuera considerado "EN BLANCO". También de un taxista de de Barcelona que desde que habia cumplido los 18 años, todos sus votos siempre habian sido igual.
Tenemos un derecho y una obligación personal de votar. Con ellos damos fé de nuestra legitimidad. ¿Que pasaría si algún día todos los votos fueran EN BLANCO?. Un sueño ¿verdad?.