miércoles, 25 de junio de 2008

Los CAJEROS de LA CAIXA

No entiendo cómo puede haber alguien que tenga su dinero en La Caixa. La verdad es que tampoco entiendo que alguien pueda tener su dinero en cualquier otra entidad bancaria, aunque, de hecho, lo que no hay manera de que entienda es que alguien tenga dinero en alguna parte. Llevo casi medio siglo en este mundo y no he conseguido tener dinero nunca en ningún lado. Bien. A lo que iba. No entiendo que la gente tenga dinero en La Caixa porque, aparte de ser la entidad bancaria más cara de España, los empleados creen que están por encima de los demás mortales. Por supuesto, tal actitud choca con sus atuendos: traje marrón, zapatos negros y calcetines azul oscuro, por ejemplo. Uno se dice, al verles: De banca sabrás mucho, macho, pero en cuestión de estética estás más pez que Ágata Ruíz de la Prada. Pero las contradicciones de la mencionada entidad no acaban ahí. El otro día acompañé a una amiga hasta un cajero de La Caixa. Es una de esas personas que tienen su dinero ahí guardado, como si eso pudiera ser posible. Bueno, pues, en cuanto llegamos se dio cuenta de que no llevaba la tarjeta y que, en su lugar, llevaba la cartilla. Qué mala suerte, dijo, porque con esto no puedo abrir la puerta del cajero. Me extrañó bastante su comentario, porque la cartilla tenía un perfil magnético que, sin duda, debía servir para obtener billetes de la máquina dispensadora y, no obstante, no servía para abrir la vulgar puerta. Le dije que eso no podía ser. Me dijo que así era. Le dije que no. Me dijo que sí. De modo que, para evitar pasar la tarde inmersos en semejante conversación, intentamos abrir la puerta pasando la cartilla por el lugar donde habitualmente se pasan las tarjetas. Nada. La puerta no se abrió y estuvimos a punto de joder la cartilla. Me dije: Esto no puede ser. Eché mano al bolsillo, descubrí que llevaba encima la tarjeta sanitaria, la pasé por la ranura y… ¡zas! La puerta se abrió. O sea que, tras tan inaudita experiencia, llegué a la siguiente conclusión: Las mentes preclaras de los sabios de La Caixa, en su afán de evitar robos en los cajeros automáticos, han hecho que nadie pueda abrir la puerta con las cartillas que ofrece la propia entidad. Ahora bien, si uno pasa la tarjeta de la Biblioteca por la ranura, puede entrar tan tranquilo.

1 comentario:

er jose dijo...

La Caixa, La Coixa, La Kuxa, ...
Todas iguales.
Utilizan nuestro dinero para forrarse, y encima el cliente no es considerado como un cliente. Es un número sin cara del que se pasan por el forro cualquier asunto que le preocupe.
PErsonalmente he tenido experiencias bastante chungas, con La Caixa, y con La de Catalunya también.
¿Será problema mío?