Hacer VIVAC
Un error de cálculo, una tormenta o un accidente en el ascenso de una montaña, por ejemplo, pueden obligarte a hacer vivac o, dicho en castellano correcto, a dormir al raso. Hacer vicac es eso, ni más ni menos: dormir bajo la luz de las estrellas.
El otro día, yendo en autobús de Madrid a Logroño, me tocó sentarme tras un grupo de ejecutivos que habían decidido pasar sus vacaciones en el Camino de Santiago. Lo digo así porque no iban a completar el camino, que es de lo que se trata si uno quiere entender algo de la esencia de la peregrinación. Pero a esos tíos les importaban un pepino las rutas iniciáticas y, como mucho, llegarían hasta Burgos. Sus conversaciones me pusieron malo. Pare ellos, los montes sólo existen para que alguien haga barranquismo y los ríos sirven exclusivamente para recorrerlos como los comandos especiales en una misión secreta. Iban todos de punta en blanco, ataviados hasta el último detalle: pantalones saturados de bolsillos, bastones típicos de los caminantes, gorros de camuflaje, botas de montaña, pañuelos al cuello, un ejército de bolsas de comida energética e incluso linternas y prismáticos. Pues bien. El colmo llegó cuando uno de ellos, quizás el más payaso, impresionó a los demás al contarles la aventura que había vivido, meses atrás, cuando estuvo haciendo vivac en no sé qué rincón de
Y yo sigo sin entender qué tiene de novedoso o de heroico eso del vivac. Como he dicho antes, es la forma cursi de decir que uno ha dormido al raso. Y eso se ha hecho siempre. Todos los pobres del mundo lo han hecho durante toda
(En la imagen de arriba, un hombre haciendo vivac. La foto está extraída de dctvny.org)
3 comentarios:
Vaya, César, veo que por fin has descubierto que vivimos en un mundo de pijos.
y de pijas !!
jose
Y de pijitos. Que es lo que da más miedo. porque ahora son pijitos hasta los hijos de los que no eran pijos.
Es como una epidemia.
Publicar un comentario