jueves, 12 de febrero de 2009

150 ANIVERSARIO DE “EL ORIGEN DE LAS ESPECIES”


Parece mentira. Cuando yo era pequeño, cuando todavía gobernaba Franco y los pterodáctilos anidaban en los campanarios, los curas de mi colegio se hacían un lío si alguien planteaba sus dudas sobre la Creación, pero no recuerdo que ninguno negase la teoría de la Evolución de Darwin. De alguna manera sabían conciliar lo que decía la Biblia y lo que decía la Ciencia. No sé cómo, nosotros también lo supimos hacer y, durante una parte de mi ingenua infancia, creí que era posible que Dios hubiese insuflado el alma a unos monos que habían empezado a dejar de serlo. O dije creerlo, vaya, porque lo de los monos era mucho más creíble que lo del Paraíso, el demonio disfrazado de serpiente y la manzana. A medida que fui creciendo, dejé de tener dudas.

Ni siquiera en aquellos tiempos de pantalones cortos, misa dominical y pan con mantequilla creía nadie a pies juntillas en la Creación bíblica. Y, por supuesto, nadie hubiera apostado un céntimo a que, en pleno siglo XXI, habría ni siquiera un bípedo que afirmara que Dios creó el mundo en siete días.

Y sin embargo, los hay. Parece mentira, ya digo, pero en el año 2009 tiene que haber asociaciones como ARP (Asociación para el avance del pensamiento crítico) que reivindiquen la teoría evolucionista de Darwin. Porque no son unos cuantos los que defienden la majadería creacionista: son muchos, muchísimos. En Estados Unidos, indudablemente el país más inculto del primer mundo, hay millones de personas que creen que Dios creó el mundo y que Darwin era un borracho o poco menos. Estoy pensando en fundar una asociación que asegure que el hombre del saco no existe.

(El dibujo de Darwin está extraído de biounalm)

No hay comentarios: