Con los primeros fríos aparecen, como setas, los cretinos sin cerebro. Ayer mismo, en el telediario de no sé qué cadena, salió una individua diciendo orgullosamente que, gracias a la última subida de las temperaturas, había podido bañarse en el mar. Y sonreía, la tía, como si bañarse en el mar constituyera la máxima ambición humana.
No sé si se ha notado, pero desprecio especialmente a los obsesos con la playa. Los tolero durante el verano porque no queda más remedio y porque, en el fondo, pueden tener razones para darse un chapuzón. Tolero su obsesión con bañarse en el mar, que conste, pero no su comportamiento playero ni sus vestimentas ridículas. En cualquier caso, lo que me parece repugnante es que alguien, porque las temperaturas de diciembre hayan subido a siete grados, tenga la necesidad de bañarse en la playa. Y de decirlo en la tele. ¡Qué suerte he tenido! ¡No se me han congelado los dedos de los pies! ¡El año que viene, a ver si puedo bañarme a bajo cero! No sé, debo ser un tío raro; pero me gusta el calor en verano y el frío en invierno. Y en esta ocasión no es por llevar la contraria.
(La foto ha sido extraída de marea-roja)
1 comentario:
solo de ver la foto ya da frío ...
hay cada colgao por ahí !
eso sí, mientras se bañan en el hielo, no dan por saco.
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