jueves, 26 de enero de 2012

Gallardón o el inesperado regreso a la Caverna


Antes de abordar el tema de hoy, un apunte: el jurado popular ha declarado no culpable al ex presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, del proceso de los trajes y la conexión con la trama Gürtel. Los lectores habituales de este blog ya conocen mi opinión sobre los jurados populares y, por lo tanto, no haré ningún comentario más al respecto.

Respecto a lo otro, sí tengo cosas que decir. Reconozco que me ha pillado desprevenido, que no lo esperaba y que me parece una burrada. O dos. O no sé cuántas. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo hizo creer a parte de la izquierda que era un tío, cuando menos, presentable? Claro que eran otros tiempos y lo tenía fácil: la alternativa era Esperanza Aguirre, algo mucho peor. Reconozco que he agradecido a Rajoy que dejara atrás a Esperanza a la hora de formar el gobierno. Y he de confesar que no me pareció mal que nombrase ministro de Justicia a Alberto Ruiz Gallardón. Pero ahora ya no digo lo mismo.

Sus primeras medidas como ministro de Justicia son de escándalo, propias del oscurantismo de unos tiempos que creaíamos que no iban a volver.

En primer lugar, no habrá indultos generales. ¿Tampoco habrá amnistía cuando muera el Rey y le suceda su hijo Felipe? ¿Ni siquiera habrá indultos en las grandes ocasiones? Eso, la verdad, es casi una declaración de intenciones. Y huele muy mal.

Como segunda medida ha retocado de nuevo la ley del aborto: las menores necesitarán el permiso de los padres para abortar. Ya dije en otra ocasión que, si una chica ha decidido abortar, lo hará sin ninguna duda. Y dará lo mismo si es menor o mayor de edad. La diferencia estará, entonces, en el lugar donde aborten: mientras que las que tengan permiso paterno podrán hacerlo en unas clínicas modernas, con todos los medios y las garantías, las otras se jugarán la vida en clínicas ilegales de piratas y carniceros. Ya sabemos que eso de la igualdad ante la ley es un cuento japonés. Pero, por si alguien no se acordaba, Gallardón lo ha dicho bien claro: las chicas que quieran abortar tendrán un trato diferente según las familias de las que procedan.

En tercer lugar tenemos algo que abunda en esa desigualdad. Quienes recurran en segunda instancia deberán pagar. No sé sabe cuánto, pero pagarán. Y a eso tiene el descaro de llamarlo co-pago, cuando es evidente que se trata de un re-pago. ¿O no habíamos pagado ya a la Justicia con nuestros impuestos? Los defensores de semejante irracionalidad dicen que así se acabarán los desfiles por los juzgados de los tertulianos chillones de los programas del corazón. Naturalmente, eso tampoco cuela. Porque precisamente esos individuos están forrados con sus apariciones en televisión y las denuncias les proporcionan aún más dinero. Por otra parte, ¿seguro que con dinero se pueden solucionar los muchos problemas de la Justicia en nuestro país?

Pero lo que ya no tiene perdón es la instauración de lo que ha llamado prisión permanente revisable, y que no es otra cosa más que la reinstauración de la cadena perpetua, un regreso a la caverna descarado e intolerable. Gallardón se ha quitado la careta. Pretende justificarse diciendo que solo se aplicará en casos restringidos que causen un gran impacto social. ¿Toma, claro! ¡No va a aplicársela al gitano que ha robado una gallina! ¿O sí?

(La foto está extraída de hispanidad.com)

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