La primera medida social que ha tomado Artur Mas como president de la Generalitat de Cataluña ha sido cerrar 85 ambulatorios y, con ello, destruir uno de los mayores logros europeos en materia social. Cataluña ha empezado con ese desprecio a su propio pueblo, pero pronto lo harán otras zonas del Estado.
Estoy seguro de que tanto Artur Mas como todos los demás políticos están en las listas de alguna mutua médica y que no pisan las instalaciones de la Seguridad Social ni para visitar a sus madres. Por eso se permiten el lujo de recortar la sanidad pública, porque no les afecta. Estoy seguro también de que sus hijos van a colegios privados y por eso recortarán lo concerniente a la educación pública. El pueblo les importa un huevo.
En Madrid se ha subido un 50% el precio de los transportes públicos. Seguro que el señor alcalde dispone de los vehículos que quiera y que no ha visto el metro ni en foto.
Y uno se pregunta, entonces, de qué podemos estar seguros los ciudadanos, y solo hay una respuesta: de aquello que los políticos necesiten. ¿Y de qué carecen los políticos? ¿Qué necesitan? Tienen de todo. Pueden arrasar con todo lo que es de todos. Y ya han empezado a hacerlo.
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