Teniendo en cuenta el tiempo que queda para las próximas elecciones generales, a los socialistas solo les queda una carta, a mi entender, para tratar de continuar la partida. No para ganarla, sino para seguir ahí. Digámoslo claro: la gestión de gobierno de Zapatero ha sido nefasta. Poco a poco ha ido destruyendo sus propias propuestas de izquierdas (incluso las de carácter puramente simbólico, que eran casi todas, como la famosa Alianza de Las Civilizaciones, la paridad, el increíble Ministerio de Igualdad, etc.), para decantarse por actuaciones características históricamente de la derecha. La derecha es la derecha y ya sabemos quiénes son y cómo hacen las cosas. Pero, ¿y la izquierda? El último acto sonado, la limpieza brutal e incontestable del territorio para que Rubalcaba sea el próximo candidato a presidente del gobierno me ha hecho pensar, suponiendo que pudiese alzarse con el triunfo electoral, en un consejo de ministros vestidos con camisas pardas.
Pero vuelvo al principio. Desde mi punto de vista hay una cosa, y solo una, que tal vez podría devolver cierta confianza a los votantes del partido socialista. Se trata de una actuación que precisamente está ahora reivindicando, entre otras organizaciones cívicas, el movimiento del 15-M: hacer que las familias que se embarcaron en una hipoteca abusiva, engañadas por los bancos (que sin duda sabían cómo iba a terminar la aventura, asesorados por sus consejeros de riesgos), puedan cancelar su deuda con la mera devolución de la vivienda. A día de hoy, al no poder pagar las mensualidades se quedan sin casa y, además, deberán seguir pagando al banco, como sea, hasta el final. Y hay cientos de miles de personas en esa situación. Cientos de miles. De modo que el gobierno socialista de España está amparando la avaricia de los bancos, sigue conservando los privilegios de la Iglesia y envía a nuestro ejército a participar en guerras extranjeras mientras buena parte de su pueblo tiene que dormir en la calle. Los bancos, la Iglesia y el ejército. ¿A qué me suena eso?
Pues bien. La cancelación de la deuda de las hipotecas sería una medida social extraordinaria, admirable, histórica. Pero sería una medida de izquierdas, claro; y a ese juego no está dispuesto a jugar nuestro partido socialista.
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