Vayamos por partes. Dos cosas:
1.- Los indignados del 15-M me caen muy bien y participo de sus ideas pese a no estar del todo claras. Hay una que sí lo está: la exigencia de una participación más activa del pueblo en esta democracia que tenemos. Me gusta que haya surgido un movimiento anárquico que, a través de movilizaciones, trate de cambiar el sistema. Da gusto que aún haya tanta gente con esperanza.
2.- Pese a todo eso, estoy convencido de que no van a conseguir nada.
El gobierno socialista, pocos días después de haber jurado y perjurado que tendría en cuenta las peticiones de los indignados del 15-M, a quienes llegó a dar coba casi hasta la adulación, va a reformar la Constitución sin consultar a nadie salvo a los del PP, cuyos votos necesita para llevar el asunto adelante. No ha tenido en cuenta ni siquiera a los partidos minoritarios. Sus votos no importan si el PP está de acuerdo en la propuesta de reforma de la Constitución. Y lo está. Por lo tanto la opinión de los demás grupos políticos es música, y mucho más la de los indignados a quienes decían comprender no muchos días atrás.
De este modo, los socialistas hacen de los indignados un grupo de descontentos tocacojones que, de vez en cuando, tienen que dar la tabarra en las plazas de las ciudades más importantes de España. No cuentan. Sus opiniones no valen nada, pero no es cuestión de desalojarlos a hostias constantemente por aquello del qué dirán.
Por otra parte, la Constitución había sido, hasta ahora, poco menos que un documento intocable, una especie de tótem que necesitaba un sinfín de procedimientos para ser retocado. Y resulta que no, que en cuatro días se plantea y se aprueba una reforma que casi nadie entiende porque nadie la ha explicado con claridad. Yo, al menos, no pillo ni la mitad. Casi no sé de qué va. Ahora bien: de lo que estoy seguro es de que, a partir de esta reforma, se ha abierto la caja de los truenos. La Constitución ya no es intocable. Se puede reformar incluso al margen del pueblo, sin referéndums, sin consultas y sin explicaciones. Además, todo eso se puede hacer en un tiempo récord. Ya estoy viendo a los presidentes de ciertas autonomías pedir reformas en la composición del Estado.
La fecha prevista para las próximas elecciones es el 20-N. Son anticipadas, pero incluso así me parecen tardías. Zapatero debería dimitir esta misma tarde. Cada cosa que hace resta miles de votos a su partido.
(NOTA AL MARGEN: Acabo de leer en el periódico que “Zapatero asegura que no está previsto subir los impuestos a los más ricos”. ¿Pero no fue él quien lo propuso?)
(La imagen está extraída de digital24horas)
2 comentarios:
Querido bloguero, yo también participo de muchas de las inquietudes del 15-M y tengo la sensación de que lo que menos importa es la opinión del pueblo. Pero no solo en la política nacional pasa esto. En Nájera solo hay una opinón que importe, la del PP. De los trece ediles que componen la corporación solo lo que dicen ocho es tomado en cuenta. Miento, de esos ocho probablemente la mitad o menos son los que cortan el bacalao. Vamos que el poder en Nájera es cosa de unos poquitos que pintan algo en el partido, los demás mera comparsa.
Es como si solo hubiéramos votado a tres o cuatro personas siendo generosos.
Un abrazo.
Cuando llega la necesidad y se extiende la pobreza,hay que cerrar el grifo:no da para tanta gente.No era solidaridad.Eran las sobras.
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