Ayer nos dispusimos a ver una película en cierta cadena de televisión. Le puse de comer a la gata, nos sentamos en el sofá y, justo cuando íbamos a dar el primer mordisco a los emparedados, aparecía el presentador del programa en la pantalla. Hasta ahí, bien. No obstante, inmediatamente surge la pregunta: ¿Qué pudo sucederles a los críticos de cine en su infancia para que no puedan controlar las ganas de contarnos toooooooda la película antes de que empiece?
(La imagen está extraída de elmulonario)
1 comentario:
Son pesadísimos. A mí también me gusta que las películas me sorprendan. No miro ni las contraportadas de los dvds para que no me expliquen nada.
Pero el problema no son solo los críticos. Como vayas al cine antes de que empiece la película y te pongan un trailer de alguna otra que quieras ver más adelante ya te la han chafado.
Yo me tapo los oídos y escondo la cabeza entre mis piernas para no enterarme de nada. A veces, como el volumen lo ponen para sordos e insensibles, ni eso me funciona.
Pero claro, es que debo ser de alguna generación extraña y antigua que no necesita ponerse la misma película tres, cuatro u ochocientas veces cuando le ha gustado.
Me he fijado que a mucha gente le gusta la repetición; aquello que ya conocen más que lo desconocido.
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