De un tiempo a esta parte están sonando unas trompetas que no me gustan nada. Por un lado, la comunidad autónoma de Andalucía está presentando la factura de los gastos hospitalarios a quienes hayan tenido la desgracia de tener que utilizarlos. No pretende cobrar más de lo que cobra con los impuestos, al menos de momento. Sólo trata de informar al ciudadano de lo que cuesta cada consulta, cada intervención, cada tratamiento. Por otro lado, el gobierno de Cataluña ha ido un poco más allá y hace poco planteó la posibilidad de cobrar una parte de lo que, hasta el día de hoy, paga totalmente la Seguridad Social. Por suerte se le ha dicho que no, si bien quien ha propuesto ese regreso a las cavernas no ha dimitido ni ha dicho Esta boca es mía.
O sea que aún no ha pasado nada. Pero da que pensar que empiece a hablarse tanto de un asunto tan delicado como éste; y más, cuando se hace en un tono tan asquerosamente paternal, como si los ciudadanos tuvieran que dar gracias al Estado cuando éste utiliza el dinero de los ciudadanos en el bien de los ciudadanos: “Mira qué buenos somos los gobernantes”, parecen decirnos: “Gastamos tu dinero en curarte”. “Mira a cuánto sube la factura de tu operación. Y no te cobramos nada: es gratis.” ¿Gratis? ¿No sale el dinero de los impuestos?
La Seguridad Social, uno de los grandes logros de Europa frente al capitalismo salvaje de los Estados Unidos, una de esas cosas que nos alejan de la ley de la selva, parece que está de capa caída. Se habla de establecer el copago. ¿Cómo, copago? ¿Qué significa tal cosa? ¿Significa que una parte debe pagarla el ciudadano? ¿Y quién paga la otra, la que aporta el Estado? ¿No es el mismo ciudadano con sus impuestos? Algunas voces dicen que quien se exceda con los medicamentos debe pagar más. Muy bien. Entonces, quien no tenga coche no debería pagar los impuestos que vayan a parar a la construcción de carreteras.
Es muy curioso, además, que estas medidas trogloditas hayan sido planteadas por unos gobiernos que presumen de ser progresistas e incluso de izquierdas; o sea, socialistas. Aunque, bueno, según lo que estamos viendo en los últimos tiempos, la política social en España es como Peter Pan. Nos gustaría que existiese, pero sólo es un cuento.
(El chiste es de Forges, claro)
1 comentario:
Ya lo sabe, querido amigo, hay un espacio abismal entre la sana teoría y la práctica. Entre el mejor y más sano de los deseos y la realidad aplastante. No hay dinero. Y los mercados financieros, esos que dirigen nuestra vida supranacional como dioses de un Olimpo inmisericorde, lo saben. Y pueden utilizar, y seguramente lo hagan, esa debilidad propia para sacar más y más sangre a nuestra montaña de buenas intenciones. No hay dinero y sin embargo actuamos aún como si nos sobrase. Y de algún lugar hay que recortar. ¿De las administraciones triplicadas? ¿De los cohechos sindicales? ¿De los amigos asesores? ¿De las tarjetas visa oro? ¿De las embajadas supernumerarias? ¿De los aeropuertos innecesarios? ¿De las ayudas a la banca?... No, estimado pensador, me temo que seguramente sea de las pensiones, de la sanidad, de la investigación, etc., etc. Estamos condenados a ser más pobres. Y es muy posible que no todos lo suframos por igual en esta España de los desequilibrios.
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