A los políticos y demás bípedos vanidosos les convendría echar un vistazo al espacio de vez en cuando. Es un ejercicio saludable. Las distancias siderales, los tamaños de los planetas y las estrellas colocan a cada cual en su lugar o, al menos, nos dan una idea de nuestra pequeñez.
Últimamente estoy leyendo una novela infantil escrita por el científico Stephen Hawking y su hija Lucy. Se titula “La clave secreta del Universo”. Es muy interesante. Al contrario de lo que dice en el título, no pretende enunciar grandes secretos cósmicos, no, sino divulgar lo más básico de la materia. Pero eso, para los profanos como yo, ya es más que suficiente.
La luz tarda algo más de un segundo en viajar de la Tierra a la Luna. Nuestro satélite, por tanto, está a unos 380.000 kilómetros de nosotros. Parece mucho, ¿no? Pero es que esa misma luz tarda, en llegar a la Tierra desde el Sol, unos ocho minutos y medio. Imaginemos un bólido que va a 300.000 kilómetros por segundo, que cada dos segundos ha ido y ha vuelto a la Luna, que cada diez segundos ha hecho ese trayecto cinco veces. Pues bien: ese bólido tardaría ocho minutos y medio en llegar al Sol.
Uno trata de imaginar la distancia y empieza a perderse. Qué grande es todo, ¿no? Pues aún lo es más. El mismo bólido, a la misma velocidad, tardaría cuatro años y pico en llegar a la estrella más cercana a nuestro sistema solar: Próxima Centauri. O sea, más de cuatro años a 300.000 kilómetros por segundo, teniendo en cuenta que cada segundo cubriría la distancia de la Tierra a la Luna, que cada minuto habría podido ir sesenta veces a la Luna. Y sólo acabamos de salir de nuestro entorno. Luego va uno y observa una foto de la galaxia: hay un millón de soles como el nuestro a nuestro alrededor.
Por eso digo que va bien echar un vistazo al espacio de vez en cuando. Tal vez así se les bajaría el rollo a muchos sujetos impresentables. A los jefes de gobierno, a los grandes artistas, a David Bustamante y al Papa, qué sé yo. A todos esos que, en nuestro planeta azul, creen que vuelan y sólo culebrean.
(La imagen está extraída de interperiodismodigital)
1 comentario:
Seguramente los políticos sepan poco, pero me temo, amigo César, que saben suficiente. Por ejemplo, saben que con una sociedad ignorante, unos jueces ineficaces y una mayoría subvencionada tienen asegurada una vida a costa del contribuyente. La primera condición genera una pusilanimidad generalizada, la segunda impide ejercer cualquier derecho individual y la tercera asegura una mayoría suficiente. A los políticos no les interesan las teorías unificadas que engloben al universo, sólo les interesa la manera de utilizarlo en su propio beneficio. Y el de sus amigos. Y el de su familia. Y el de sus mentores. Y…
Interesante libro.
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