Los NUEVOS TIEMPOS
He oído que los magnates del negocio de las telefónicas europeas pretenden poner en funcionamiento un nuevo sistema de pago y cobro. Si el proyecto sale adelante, dentro de un tiempo tendrán que pagar tanto los usuarios de móvil que llamen como los que reciban la llamada. Basándose en nada o en una jugada que no han querido poner al descubierto, aseguran que semejante medida hará que nuestras facturas sean más baratas. No sé. Últimamente nos dicen tantas mentiras que a mí, por lo menos, me suena a lo mismo que me sonó el discurso del hermanito de Bush cuando afirmó que nuestro apoyo a la invasión de Irak iba a proporcionarnos inimaginables ventajas.
La pretendida jornada laboral de sesenta y cinco horas semanales es una brutalidad tan desmesurada que casi no es necesario comentarla. Parece como si las luchas sociales de los siglos diecinueve y veinte se hubiesen esfumado de golpe. Y lo peor de todo, no veo por ninguna parte las grandes demostraciones de repulsa de los trabajadores. Aunque, claro, por un momento había olvidado que, salvo la CNT, todos los sindicatos de España cobran del gobierno.
Es curioso que la Iglesia esté enseñando constantemente los dientes a un gobierno que se llama socialista y que continúa pagándole la misma cantidad de dinero que le pagaba el gobierno del general Franco. Pero nadie se queja mucho.
Las lagunas del Derecho campan a sus anchas en lugares como Guantánamo o en buques convertidos en cárceles ambulantes, donde los acusados pueden pasar años sin saber de qué se les acusa. Mientras tanto, la supuesta guerra contra el terrorismo sirve como excusa perfecta para controlar los movimientos de cualquiera. Todos estamos en el punto de mira. Y no se puede hacer nada.
Nos estamos cargando al planeta que nos alberga. Hemos destruido buena parte de la capa de la atmósfera que nos protege de los rayos solares y, para solucionarlo, miramos a otra parte mientras nos ponemos las cremas protectoras.
Parece mentira que triunfen las mentiras en un mundo donde la información está al alcance de cualquiera. Sin ir más lejos y a modo de anécdota, mucha gente cree que en Cataluña hay escuelas públicas donde los profesores educan en castellano. Y no las hay.
Acuñan nuevas expresiones para disimular lo moralmente censurable. ¿Tolerancia Cero no significa, precisamente, Intolerancia? Pero, claro, no quedaría bien decir: El gobierno de España será intolerante con...
Deben ser los tiempos, ya digo. Los peores augurios de las novelas de Ciencia Ficción del siglo veinte se están cumpliendo. Punto por punto.